domingo, 24 de octubre de 2021

Ay llorona...

 

Yo soy el suspiro del viento,

ese que te enfría los labios

pero que airea tus dolores.


Yo soy cada lágrima que derramo,

si por llorar he llorado hasta el agua de Marte,

mis ojos son cauces color de tus ojos

mis ojos; dos océanos profundos,

desprendo la calma del mar y la rabia del océano bravo.


Mis ojos, ríos caudalosos

Ansiosos

quizás incluso hermosos

porque la noche llora en ellos.


Si tú quisieras..

en ellos podrías llorar y nadar

en ellos podrías bucear,

y comprender al fin mi profundidad

Sólo escondo mi verdad

Mi bondad.


Báñate en mis ojos...

Cuánto quisiera que en ellos te adentraras,

que supieras ver la pureza de cada gota derramada por mí,

si supieras que mis ojos temen que te vayas.


Yo soy aguanieve,

derramo pura frialdad,

y no comprendes que parte de mí es nieve,

mirar dentro de mí quizás no te atreves,

si supieras que dentro de mí podrías encontrar calor e ilusión.


Si tú quisieras, 

te arropaba con copos de nieve

que son mis ojos,

te construiría un iglú dentro

para que nunca te fueras,

y tus ojos como lunas para alumbrar.

Y mis pestañas bailan al son de mis lágrimas:

       No sé qué tienen las flores llorona,

       Las flores del campo santo

       que cuando las mueve el viento, llorona

       parece que están llorando

Y mis pestañas bailan al son de la vieja Chavela.....

Osada

 No sabría cómo describirlo.

Es una osadía por mi parte,

lo reconozco,

es una osadía refutar cualquier argumento,

contradecir la morralla de esos seres minúsculos (pero oscuros) que me vocean en la conciencia.


Sé que cualquier imagen borrosa que tenga de mi pasado,

acaba volviendo más nítida que nunca cuando me hallo sin amparo,

cuando las lágrimas oprimen mis ojos,

cuando inundan todo mi rostro,

cuando nublan mi lucidez.

Y es una osadía por mi parte llevarles la contraria.

Porque se vengan, 

porque parece ser que me castigan con rudeza,

y vienen con una artillería pesada,

y acechando los rincones lúcidos de mi cabeza,

cercando mi ternura,

con propósito de torturarla,

someterla en varios suplicios maquiavélicos,

y acabar con ella.


Saben muy bien como ganarme las batallas,

saben cuando aparecer,

saben cuando mi lucidez falla,

pero la guerra siempre es mía,

acaba siendo mía a pesar de los dolores,

y ya no se presentan cuando les place como antes solían.


Algo imperdonable

 El cielo gris sobre nuestros párpados,

el presente hiriente con sus castigos dictados,

la tristeza en nuestros ojos aguados

por un futuro incierto y negado

por unos rostros abandonados.


Y sí, 

pendulamos entre los sueños cotidianos y nuestros deseos oscuros que este mundo nos ha permitido tener,

y de las pocas cosas que podemos tener,

porque lo más oscuro que hemos permitido que hagan,

es condenarnos a balancear en un limbo donde no aspiramos a nada,

y la nada es jodidamente aniquiladora

pero es el presente que nos han permitido.


Avanzar en retroceso. Nadar en arenas movedizas. 


A regalar nuestro tiempo,

peor aún,

a vender nuestro tiempo,

y con él,

nuestra lucidez,

nuestros sueños rotos,

nuestra manos gastadas,

como éstas,

que el desgaste es patente

 porque escribir la miseria del día a día significa hojas,

y hojas de tinta,

desgaste de manos y mente.


La miseria es nuestra,

el cansancio,

las horas muertas,

las ojeras marcadas,

la voz cansada,

los suspiros de aflicción

son única y exclusivamente nuestros.

Porque el tiempo ya no.

La pluma, el papel, la melodía triste,

el pan negro, las facturas 

y el invierno sin edredón

es nuestro.

Pero nuestra vida no.

Y eso es algo imperdonable,

eso es algo que surca en los mares de nuestras conciencias,

y va bombeando en nuestros corazones hasta desembocar en rabia,

en una rabia que sí es nuestra.


domingo, 1 de noviembre de 2020

CAMINANTE - Manuel Pérez Martínez

 Idealismo,

enfermedad de otro tiempo
dicen que padezco.
Germino en la locura que no acaba
con un fracaso.
Eso es todo.

No ando con los pies de plomo
y cuando los demás creen
haber llegado
yo aún sigo caminando.

¡Este mundo
no ha sido hecho para mí,
pues no lo entiendo!
grito cada vez más a menudo.
Luego pienso y digo, observando
los comportamiento enemigos:
parecen ciegos.

¿Qué les impide reconocerlo
siendo todo tan sencillo?

Y sigo caminando
…tienen atrofiados
los sentidos.


Noviembre, 1988.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Volk y villano

 Aullido lejano,

la loba merodea en sus bosques en busca de su luna,

en busca de algo que está apunto de hacer que abandone su soledad intimidadora.


Hace muchas lunas que la loba huyó de su guarida

 para huir de su soledad, 

para esconderse de su soledad 

y al final, 

siempre acaba bajo un árbol 

con sus lágrimas de ácido 

el silencio como amparo

y su siempre soberbia soledad.


Este lejano aullido,

y esta soledad bandida,

los tragos nunca me sirvieron como abrigo.


Ardor en sus manos,

buscando mi rastro,

y su rastro,

la loba y su villano,

buscando terreno llano,

tu piel con mi piel,

apacigua mi llanto.


Corazón siberiano,

temblando en sus manos,

su tacto,

nadando en su lago,

mi pasado: un pantano,

su sabor amargo

padezco su estrago,

aullido lejano,

Hallé cobijo en sus manos,

su tacto:

sedante de mis llantos.


Mi indulto en sus labios.


Me persiguen los años sin sueños,

los daños de antaño,

mis naufragios sin barco, 

mis llantos en vano,

hurgarme salió caro.


El cristal de mi iris empañado por su aliento

resultó ser mi amparo.

Mi naufragio y su faro.


La turmalina negra irradiada por el Cobalto.

Zircón y espinela negra.

El cielo espacial del Onix y el océano del topacio.


Hay que ser un genio y un villano,

para poder amar a una mujer como yo,

una solitaria de silencios espaciales,

de suspiros que narran novelas,

y de manos que escriben toda una historia sangrienta.


Hay que ser demasiado genio y demasiado villano,

sobre todo lo segundo,

por hallarme en ese papel también,

para amar a una solitaria sin miedo como yo,

para amar a una villana de pensamientos sangrientos,

de pasado sangriento,

con el calor siberiano en el corazón,

(ese hielo que quema y punza bien dentro)

pero de tacto dulce,

únicamente contigo,

le diré a mi soledad y a mi pluma,

que estas lunas ahora ya no sólo me aúllan a mí,

que ahora también te aúllan ti,

que la luna nos espera a ti y a mí,

y que mientras ella mengua cada mes,

nosotros nos llenamos de ella,

y del uno al otro,

y nos besamos los lunares,

del cuerpo y del rostro.


Hay que ser muy villano,

para pertenecer a este cálido corazón siberiano.




sábado, 15 de agosto de 2020

Reo

 El humo denso de la condena 

remedio y veneno con algo de menta,

el aire me narra para rendirme cuentas,

miles de lunas desde que le escribí a mis pecados,

miles de lluvias desde supe que todo fue en vano,

miles de pecados ajenos que me pasean por el purgatorio,

repudiando las sanciones

y trazando la venganza,

moldeando las palabras pertinentes

para aniquilar la alevosía cometida conmigo misma

que me sigue escupiendo reproches,

y cada noche

lo de siempre: “ya no eres la de antes”.


La bandera blanca nunca fue una opción,

si no es con todo 

que sea con nada,

si carezco de mi trinchera,

que vengan en mi vacía vereda,

en lo más recóndito de mi ser

se libran guerras con sangre,

pensamientos ya sentenciados,

planes clandestinos e ideas en ruinas,

poemas no escritos,

versos malditos,

la cabeza en la Media Luna Fértil

por eso cuando me miran se confunden,

por eso cuando me sentencian ya no se entusiasman

se encuentran con mi mirada vil,

con mi mente hostil,

hace muchas lunas que no me hallan débil.


A mi no me construyáis pirámides de heroicidad,

no escribáis mi nombre en las calles de la capital,

ni de la ciudad condal

la sangre escribirá la historia,

la sangre que derramaré será por mi,

por mi clase,

y la sangre que veréis manchar las ciudades

 y los ríos,

será la de nuestros enemigos,

que me condenen,

que me repudien,

que me quemen,

que aún desterrada y las manos manchadas

la historia

(y la pluma)

 me absolverán.


Nada aniquiladora II

 Consúmeme,

despedaza cada rincón de mi ser

pero no me tortures más con días de hastío 

con días donde los relojes están quietos,

y todo el tiempo parece muerto

y muere con él todo rayo de luz,

toda gota de lluvia,

ni un soplo de viento,

el humo denso del tedio nublando mi vista

nublando el sosiego,

mi vida.


Caen las horas muertas sobre mi espalda,

el peso paraliza mi cuerpo 

congela cada milímetro de mi pensamiento

el deshielo de los ojos,

el invierno siberiano del corazón,

y caen los minutos difuntos en mis párpados,

recorren el largo pasaje de mis ojeras.

Nada de pluma,

sin ni siquiera luz de luna,

ya no quiso ser mi musa

desierta la vida como mi duna,

después de tantos pecados

después de tanta culpa

será que esta es mi fortuna,

será eso.






Ay llorona...

  Yo soy el suspiro del viento, ese que te enfría los labios pero que airea tus dolores. Yo soy cada lágrima que derramo, si por llorar he l...