miércoles, 25 de diciembre de 2019

Motor y despegue

Bien sabio eras querido amor,
pues siempre decías que siempre quería más,
y nunca me bastaba el más.
Siempre quise más.

Nunca me bastó la insignificancia del simple presente,
ni 11, 12 o 22 dimensiones,
quería trascender el espacio-tiempo yo solita,
siempre quise comprender toda la historia
de nuestra castigada,
y despiadada
humanidad.

Tú bien lo sabes,
que te proponía viajar en el planeta menos visitado,
con menos agua,
con menos oxígeno,
poniéndonos en peligro
pero con la certeza de haber clavado nuestra bandera imaginaria,
allí mismo,
en ese planeta no-existente
-de momento -
llegando solitos,
yo proyectando los planes del despegue,
elaborando las tesis,
ideando los itinerarios más largos,
pasando por Saturno,
y por supuestísimo por Plutón,
al desterrado Plutón,
allí nos quedaríamos un día y medio,
para hacerle honor de nuevo y que no se sienta tan abandonado,
que sepa que algunos lo recordamos
pero tenemos que planearlo bien,
para no pillar sus solsticios plutonianos,
que ya bastante poca luz tiene, y poco oxígeno nos quedaría,
como para perdernos en un planeta olvidado,
y ser olvidados también,
no vamos a eso.

Yo elaboro todo esto y todo aquello,
y tú te encargarías de ejecutarlo todo.

Llegaríamos solitos,
con las cabezas repletas de costumbres y miseria de la Tierra,
arrastrando todo el mal augurio de la Tierra,
pero con los ojos bien abiertos y las manos bien armadas,
llegaríamos solitos,
ni con la N-1 y muchísimo menos con el Apolo 11,
dios nos libre,
de formar parte de alguna misión estadounidense.

Tú bien sabes que te proponía escribir cincuenta teorías por día,
y después de descifrar alguna incógnita,
después de recitarte poemas de algún poeta maldito,
Verlaine o Pizarnik,
hacer el amor.

Tú bien sabes,
que la simplicidad me hastiaba,
que si por mí fuera me pasaría la vida inventando jeroglíficos,
o interpretándolos,
construyendo cuevas para esconder todas las teorías inventadas en mis episodios de delirio,
esconder allí el pan, las semillas, los frutos y el vino,
para cuando se venga la hambruna del siglo XXI
esconder las armas para cuando toda esta mierda estalle,
que no tardará,
y hay que estar preparados.

Sabes bien que siempre tenía algo entre manos,
leyendo de eso que nadie lee,
que a nadie le interesa leer,
y que a aquellos no les interesa que leamos,
sabes que cuando mi mente delira,
no hay baño de agua tibia que me amanse,
pero no te preocupes, mi amor,
sabes también,
o deberías,
que todo eso siempre viene después de ti,
siempre después de escribirte a ti.

Así que no me mires con ojos como protestando,
porque antes de solventar las deudas de nosotros los humanos,
con la pachamama,
antes de cosechar las últimas migajas que nos dejan,
y antes de recoger los últimos frutos prohibidos que nos escondieron,
siempre yaceré contigo para caer dormidos abrazados,

viendo esa serie que habla de un futuro distópico en el Viejo Oeste.

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  Yo soy el suspiro del viento, ese que te enfría los labios pero que airea tus dolores. Yo soy cada lágrima que derramo, si por llorar he l...