Lo dijo el poeta:
la falta de sinceridad, el poetismo,
es la muerte de la poesía.
Yo escribo en prosa,
y cuando no siento el latido,
lo dejo y me dedico a otra cosa.
No me interesan los versos,
de no se sabe qué honduras, extraídos
con herramientas de cirujano.
Trabajo a flor de piel, y en el tajo
no reconozco más lenguaje
que el de mis manos.
A veces mis pies también contribuyen
metiendo la pata,
y mi poesía se hace pedestre.
Dejemos para los poetistas
las exquisiteces.
Poema escrito en 2002 por el preso político Manuel Pérez Martínez.