sábado, 15 de agosto de 2020

Reo

 El humo denso de la condena 

remedio y veneno con algo de menta,

el aire me narra para rendirme cuentas,

miles de lunas desde que le escribí a mis pecados,

miles de lluvias desde supe que todo fue en vano,

miles de pecados ajenos que me pasean por el purgatorio,

repudiando las sanciones

y trazando la venganza,

moldeando las palabras pertinentes

para aniquilar la alevosía cometida conmigo misma

que me sigue escupiendo reproches,

y cada noche

lo de siempre: “ya no eres la de antes”.


La bandera blanca nunca fue una opción,

si no es con todo 

que sea con nada,

si carezco de mi trinchera,

que vengan en mi vacía vereda,

en lo más recóndito de mi ser

se libran guerras con sangre,

pensamientos ya sentenciados,

planes clandestinos e ideas en ruinas,

poemas no escritos,

versos malditos,

la cabeza en la Media Luna Fértil

por eso cuando me miran se confunden,

por eso cuando me sentencian ya no se entusiasman

se encuentran con mi mirada vil,

con mi mente hostil,

hace muchas lunas que no me hallan débil.


A mi no me construyáis pirámides de heroicidad,

no escribáis mi nombre en las calles de la capital,

ni de la ciudad condal

la sangre escribirá la historia,

la sangre que derramaré será por mi,

por mi clase,

y la sangre que veréis manchar las ciudades

 y los ríos,

será la de nuestros enemigos,

que me condenen,

que me repudien,

que me quemen,

que aún desterrada y las manos manchadas

la historia

(y la pluma)

 me absolverán.


Nada aniquiladora II

 Consúmeme,

despedaza cada rincón de mi ser

pero no me tortures más con días de hastío 

con días donde los relojes están quietos,

y todo el tiempo parece muerto

y muere con él todo rayo de luz,

toda gota de lluvia,

ni un soplo de viento,

el humo denso del tedio nublando mi vista

nublando el sosiego,

mi vida.


Caen las horas muertas sobre mi espalda,

el peso paraliza mi cuerpo 

congela cada milímetro de mi pensamiento

el deshielo de los ojos,

el invierno siberiano del corazón,

y caen los minutos difuntos en mis párpados,

recorren el largo pasaje de mis ojeras.

Nada de pluma,

sin ni siquiera luz de luna,

ya no quiso ser mi musa

desierta la vida como mi duna,

después de tantos pecados

después de tanta culpa

será que esta es mi fortuna,

será eso.






Ay llorona...

  Yo soy el suspiro del viento, ese que te enfría los labios pero que airea tus dolores. Yo soy cada lágrima que derramo, si por llorar he l...