En la hierba llana de la tierra lejana,
deambula el llanto que me reposa dentro
intentando desertar para quemar todas las malas hierbas
Ese sauce llorón me mira compasivo,
como que no comprende este dolor,
la llorona sin amparo,
parece apiadarse de mí
pero no me me refugia bajo sus ramas.
No me ofrece asilo bajo sus hojas.
En el río de mi sueño,
todavía fluyes en las lágrimas de mis ojos,
las gardenias florecen en mis pestañas,
y todavía me baño en ese riachuelo nuestro escondido.
En el río de mi sueño fluye la amargura,
y la pena se sosiega un poco,
y el llanto mengua.
En los torrentes de mis ojos yacen los versos no escritos,
y los escritos
pero que no leíste,
desde estos ojos contemplo como las gardenias perecen,
y de repente brotan las hortensias,
y asustada de mí, me digo:
más mal augurio que el que ha venido no puede venir.
Y que si viene,
nunca será más desolador que ahora,
ahora,
que tú ya no estás.
Y eso, me tranquiliza.
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