domingo, 24 de octubre de 2021

Algo imperdonable

 El cielo gris sobre nuestros párpados,

el presente hiriente con sus castigos dictados,

la tristeza en nuestros ojos aguados

por un futuro incierto y negado

por unos rostros abandonados.


Y sí, 

pendulamos entre los sueños cotidianos y nuestros deseos oscuros que este mundo nos ha permitido tener,

y de las pocas cosas que podemos tener,

porque lo más oscuro que hemos permitido que hagan,

es condenarnos a balancear en un limbo donde no aspiramos a nada,

y la nada es jodidamente aniquiladora

pero es el presente que nos han permitido.


Avanzar en retroceso. Nadar en arenas movedizas. 


A regalar nuestro tiempo,

peor aún,

a vender nuestro tiempo,

y con él,

nuestra lucidez,

nuestros sueños rotos,

nuestra manos gastadas,

como éstas,

que el desgaste es patente

 porque escribir la miseria del día a día significa hojas,

y hojas de tinta,

desgaste de manos y mente.


La miseria es nuestra,

el cansancio,

las horas muertas,

las ojeras marcadas,

la voz cansada,

los suspiros de aflicción

son única y exclusivamente nuestros.

Porque el tiempo ya no.

La pluma, el papel, la melodía triste,

el pan negro, las facturas 

y el invierno sin edredón

es nuestro.

Pero nuestra vida no.

Y eso es algo imperdonable,

eso es algo que surca en los mares de nuestras conciencias,

y va bombeando en nuestros corazones hasta desembocar en rabia,

en una rabia que sí es nuestra.


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